Cuando llegamos había un grupo de tres personas sobre el escenario tocando los mejores temas del Rey del Pop. Lo mejor de su actuación fue que el cantante actuó también de animador y consiguió crear un ambiente de fiesta que nos hizo olvidar por unas horas el motivo por el que estabamos allí.
Camisetas de MJ, gente ataviada con el gorro, la famosa chaqueta roja y hasta los calcetines blancos. Los zapatos, que resbalen, por supuesto. Todo el público del Moby en sintonía con lo que estaba siendo una gran reunión familiar, despidiendo a uno de sus miembros.
En las pantallas del local, slideshow de fotos de Michael Jackson, desde su más tierna infancia hasta sus últimas apariciones. Viendo imágenes de Moonwalker, Thriller o History uno se dejaba contagiar de la nostálgia de buenos tiempos pasados, y de la tristeza de haber perdido a uno de los más grandes. Pero en el momento en que el DJ comenzó su repertorio, los gorros y los pies empezaron a bailar casi al unísono.
Durante unas horas no hubo descanso, quizás una pausa para beber algo y después de vuelta a la pista. Y es que pocas veces se puede vivir un sentimiento de pertenencia, de conexión tan brutal entre la gente de una discoteca. Esto es lo que consiguió Michael Jackson durante su vida, y puedo asegurar que seguirá siendo así para siempre.
Los fans se subieron al escenario para emular a su ídolo.
El bajista del grupo, totalmente entregado.
Bailando con su propia sombra.
Tocando un repertorio de auténtico lujo.
MICHAEL JACKSON - R.I.P1958 - 2009
